Final Fuera de Horas
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Final Fuera de Horas


El bullicio de la oficina desaparece entre suaves y viejas mantas,
y el aroma de la melisa.
Ven, camina dulcemente. No hagas ruido.
Sigue el punzante aroma de las flores, siempre entre sí inmiscuido.
Aquí — toma asiento en el centro, en una de estas alfombras
arrimado más y más.

Ven, hablemos de pinturas, descansando plácidamente
entre sus estrechos marcos.
Mira los sauces cansados, inclinados sobre el arroyo.
Contempla los campos salpicados de corderos, perdidos en sueño.
Los colores diluidos, danzan como luciérnagas del lienzo de los picos.
¿Crees que las muñecas de tela descoloridas
sueñan con ovejas cosidas a mano?

Aquí, el río fluye vagamente, curvando su sendero alrededor
del borde de la montaña.
Allí afuera, la ciudad deviene silenciosa, y la noche cae asentada.
Muy sobre el techo, resuena como los búhos ululan por última vez.
Las tenues lámparas sobre sus postes mueven sus tulipas cansadas.
La lluvia golpea suavemente la ventana. En tus oídos resuena una
vieja, muy vieja canción.

Shhh. Descansa, querido errante. Descansa hasta que caiga la luna.

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